LA PESTE NEGRA, MICROBIOS Y SOCIEDAD
La peste es una enfermedad provocada por la bacteria Yersinia pestis, cuyo reservorio principal son las ratas. La mayoría de las ratas mueren cuando se infectan, pero un pequeño porcentaje sobrevive, quedando como reservorio. La pulga de las ratas que chupa la sangre de un animal infectado, ingiere las bacterias que se multiplican el intestino de la pulga, para ser transmitidas a otras ratas. Las picaduras de pulgas de ratas, conejos, ardillas o perros salvajes, o los arañazos o mordeduras de gatos domésticos infectados, o la entrada de bacterias a través de la piel lesionada, inoculan Yersinia pestis al humano, que provocan enfermedades (yersiniasis) con 3 presentaciones diferentes:
1. La peste bubónica, que se caracteriza por bulbos o bubones, que reflejan la inflamación de los ganglios en la ingle, las axilas o el cuello, sobre todo en sitios cercanos a las picaduras de las pulgas. La peste bubónica, tiene un período de incubación de 2 a 8 días y se inicia con fiebre, escalofríos, sed intensa, náuseas y agotamiento. Según el estado inmunitario y la respuesta que cada individuo manifiesta frente a las infecciones.
2. La peste pulmonar, caracterizada por neumonía o bronconeumonía, con expectoraciones sanguinolentas, se propaga de un humano a otro.
3. La peste septicémica con meningitis (Yersinia pestis provoca una infección generalizada que se complica con meningitis y neumonía). A partir de ese momento avanza rápidamente (3 o 4 días), y si no es tratada, provoca la muerte.
Los primeros indicios escritos de la Peste se encuentran en la Biblia en textos que datan de 1000 años a.C. y en documentos romanos, en los que se explicita que Galeno tuvo que escapar del peligro de muerte por esta enfermedad. Antes del saneamiento urbano, en ciudades sin cloacas ni desagües apropiados, la Peste afectó durante la Edad Media a Europa, estimándose que entre 1348 y 1720 hubo más de 10 pandemias de peste que provocaron 25 millones de muertes.
Se ha podido establecer que la bacteria que afectaba a los pobladores de los puertos de la India fue transportada a los pobladores del puerto de Crimea en la primera mitad del siglo XIV, desde donde se dispersó por Europa. Una situación inusitada se había puesto de manifiesto cuando los roedores circulaban a sus anchas por unas ciudades llenas de suciedad y alimentos, donde la higiene personal era inexistente, ya que se la consideraba obscena por los dogmas de la época, que establecían que bañarse era dañoso, ya que abría las porosidades del cuerpo, permitiendo la entrada del aire corrompido. En un escenario histórico con tales características, esta enfermedad tuvo el campo libre para actuar impunemente, sembrando caos, terror y muerte por donde pasaba. Nadie sospechaba que las ratas eran culpables de la transmisión del agente patógeno.
Los humanos de la época estaban acostumbrados a convivir con roedores, y en los barrios pobres y degradados, se hacinaban las gentes humildes que no eliminaban las pulgas de sus cuerpos ni ropas, siendo ellos mismos el potencial foco de infección. Por añadidura, Europa estaba sumida en la Guerra de los Cien Años (1339-1453) con ciudades sitiadas y hambrunas masivas. El espectro de la peste fue voraz en Francia y Alemania, donde acabó con el 50 por ciento de la población. Por ejemplo Florencia, con 100.000 habitantes, perdió a la mitad de su población y en Venecia se registraban 600 entierros al día. El Papa Clemente VI, que se hallaba en Aviñón, bendijo al río Ródano, donde se arrojaron los cadáveres de las víctimas expandiendo la epidemia.
Un elemento socioeconómico a considerar para la época y que pudo haber influido en la difusión de la Peste fue el contacto con vías fluviales o marítimas, ya que entre 1300 y 1528, la población de Hungría pasó de dos millones de habitantes a más de tres y medio. Este aumento de la población en un país europeo, debe contrastarse con la pérdida de habitantes de otros países con poblaciones vecinas a vías fluviales activas que fueron diezmadas por Yersinia pestis.
Esta situación se explica considerando varios elementos entre los que se destaca la riqueza cerealera de las planicies húngaras –donde la infección por Yersinia pestis no fue precedida por hambrunas– a lo que se agrega que el país sin puertos dificultaba el ingreso de ratas y de personas con pulgas infectadas. Algunos investigadores explicaron este fenómeno histórico por la prevalencia en la población húngara del grupo sanguíneo B, que teóricamente seria menos vulnerable a los efectos de Yersinia pestis y a sus toxinas.
En la edad media, la relación de microbiología y aspectos sociales puso de manifiesto que la peste no provocó víctimas exclusivamente por la toxicidad bacteriana, sino también por los asesinatos masivos de centenas de familias inocentes. Este hecho es explicable por la mala fe difundida por teorías conspirativas religiosas, esgrimidas por un aparato religioso represor que dominaba cuerpos y almas de casi todos los europeos. Un análisis global muestra hoy que las consecuencias nefastas de la epidemia de peste no pueden disociarse de la institución de la inquisición, fundada en el seno de la iglesia romana en 1184 en la zona de Languedoc, y que se implantó en el reino de Aragón como organización represora estatal en 1249.
La inquisición, creada con principios para la supresión de herejías, fue un sanguinario aparato de represión transnacional y transcultural que azotó a millones de humanos. Los juicios inquisitorios por herejía contra los humanos y animales finalizaban con torturas, humillación pública, asesinatos y destrucción por el fuego del cadáver de las víctimas juzgadas. La primera Inquisición estatal se agudizó con la unión de Aragón con Castilla, ya que este régimen la extendió con el nombre de Inquisición española, con control directo de la monarquía hispánica y con acciones extendidas a todos sus territorios, incluidos más tarde los territorios de América.
Las víctimas de ese aparato criminal fueron por una parte, los seres humanos, y por otra los animales. Se asesinaba a los acusados de brujería, a los que se acusaba de resistir a las exigencias eclesiásticas para disponer libremente de sus cuerpos, a los blasfemos, a los cristianos que dudaban de los dogmas instituidos por la iglesia romana, y a los acusados de judaizar en secreto. La autoridad eclesiástica de la iglesia católica medieval había difundido conceptos tóxicos y procedimientos criminales, que sostenían que la existencia del pueblo hebreo ofendía a Dios, habiendo despertado la ira divina al provocar la epidemia de peste negra.
Conforme la peste recorría Europa, en 1348 se condenaba en distintos territorios a familias que residían desde la destrucción del 2° templo de Israel, haciéndolas víctimas de crímenes masivos y persecuciones infames. El odio alimentado por sermones de párrocos exaltados, se volcó en contra de familias deseosas de mantener sus costumbres, su lengua y sus creencias religiosas. Atribuyéndoles el origen de la epidemia, miles de personas por todo Europa fueron apaleados y masacradas, en brutales pogromos. Los apresados por herejía fueron sometidos a terribles torturas para que confesaran que los hebreos fueron los culpables de conspiración. La crasa ignorancia y el descalabro moral de la iglesia medieval provocó en Francia –entre otros lugares– matanzas en Carcasona y en Narbona. En los barrios en los que encerraron a las familias hebreas, se documentaron millares de humanos descuartizados, degollados y quemados vivos por arengas excitadas por autoridades eclesiásticas contra la epidemia provocada por Yersinia pestis y sus toxinas. Los documentos suizos de la época informan que en Basilea, en enero de 1348, 600 civiles hebreos fueron quemados vivos, repitiendo esos actos criminales en Zúrich y Chillón.
La Corona de Aragón estimuló durante la epidemia violentas arengas, en las que muchos miles de personas fueron pasadas a cuchillo, destruyendo completamente el barrio hebreo de Barcelona, Cervera, Tárraga y Lérida. Las pocas familias que pudieron salvarse de los asesinatos masivos, y las pocas familias que sobrevivieron a le epidemia de peste, abandonaron sus hogares y pertenencias en Europa occidental.
A finales siglo XIV, en amplios territorios de Francia, Inglaterra y Alemania ya no había familias que profesaran el credo hebreo. Los que pudieron salvarse de la infección por Yersinia pestis y de los asesinatos organizados por bandas de criminales –algunas encapuchadas– fueron acogidos en Rusia, Lituania y Polonia. Por otra parte, durante la epidemia de peste se persiguió y asesinó a las mujeres, a las que se culpaban de comerciar con sus cuerpos, ya que las autoridades de Roma, consideraban que la enfermedad fue resultado de la corrupción moral, siendo la Peste una enfermedad de Venus, el ídolo del amor.
La extensión que habían tomado tantos actos criminales contra poblaciones civiles, instó a la publicación de una bula papal para matizar las órdenes persecutorias previamente ejecutadas por los inquisidores.
La ciencia desmanteló aberraciones éticas de acusadores de herejías y de castigos divinos. Cuando los emperadores romanos convierten el cristianismo en religión estatal en el siglo IV, los herejes se consideran enemigos del Estado, ya que iglesia y gobierno civil no se habían separado. Por otra parte, en el sudeste de Francia, los grupos cátaros (o albigenses) afirmaban la dualidad creadora (Dios y Satanás) y predicaban el ascetismo y el estricto rechazo del mundo material, percibido como obra demoníaca. En respuesta al resurgimiento de la herejía de grupos de cristianos disidentes, se produjo en el sur de Francia un vuelco contra la doctrina albigense. El papa Inocencio III organizó la citada Inquisición en 1184 como reacción, otorgando la potestad de juzgar y condenar a los herejes de su diócesis. En ese horripilante período impregnado por el oscurantismo, los agentes de la iglesia de Roma ejercieron el control directo de todos los aspectos de la vida terrenal de las personas. El análisis de documentos de la época, demuestra que años antes de la epidemia de peste negra, la inquisición acusó a los gatos domésticos de ser diabólicos y la mera presencia de gatos haría aparecer al diablo, sobre todo si eran gatos negros. En el año 1227 el Papa Gregorio IX describió al demonio como un gato negro y en 1330 el Papa Clemente V acusó de brujería a las sectas de templarios por adorar a un gato. En el 1484, el Papa Inocencio VIII continuaba alentando el sacrificio de gatos, auspiciando incineración de felinos en fiestas populares.
Ahora, considerando que, en tierras sojuzgadas por la inquisición católica, la mayoría de los gatos fueron incinerados, se conjetura que la exterminación de los felinos tuvo mucho que ver con el aumento de la población de ratas infestadas con pulgas portadoras de Yersinia pestis, incrementando los riesgos de transmisión de bacterias que provocaron la peste. En los poblados sin gatos e invadidos por las ratas, la infección por Yersinia Pestis dejó una huella de muerte y destrucción, atormentando el alma de millones de personas y diezmando casi a la mitad la población europea.
Por otra parte, merece subrayarse además que durante el medioevo las doctrinas para el manejo higiénico individual del cuerpo humano –comunes en Grecia y Medio Oriente (baño ritual, mikvah, hammam y la práctica de deportes, baños termales, culto a la higiene corporal)–, y la búsqueda de evidencias en observaciones fuera de los dogmas eclesiásticos, fueron condenadas como paganas y satánicas. Esta cosmovisión aterradora participó en la sumatoria de víctimas fatales, agregando al efecto especifico de la toxina de la bacteria Yersinia pestis los asesinatos masivos de los acusados por provocar la enfermedad o por no estar enfermos. En 1894 Kitasato, un estudiante japonés en el laboratorio del Dr. Koch, y el Dr. Yersin, descubrieron que el agente de la peste era una bacteria (Yersinia pestis) que se transmite a las personas por picadura de pulgas. Yersinia pestis son bacterias resistentes a las penicilinas y la mayoría de las cepas son sensibles a la estreptomicina, al cloranfenicol y a las tetraciclinas. Si el tratamiento se inicia rápidamente, la mortalidad de la peste bubónica llega a reducirse hasta el 1-5% de los afectados. La peste neumónica y septicémica se trata con antibióticos administrados al inicio del cuadro.
El brote de peste más importante de los últimos años se ha producido en Madagascar, uno de los países más pobres del mundo. Se han declarado 2.119 casos, entre confirmados en zonas rurales y urbanas, probables y bajo sospecha, con 171 muertes (un 8%). El 76% de los casos han sido de la forma neumónica, el 15% de la bubónica, un caso, de la forma septicémica y un 8% sin especificar. Para constatar la magnitud del brote entre 2010 a 2015, en el mismo período en todo el mundo se registraron 3.248 casos, con 584 muertes. Ante la situación malgache, más de 4400 personas fueron capacitadas para identificar y atender a posibles infectados por Yersinia pestis, para prevenir la propagación de la enfermedad. La mayor parte de los casos han sido tratados y se han recuperado, al igual que las personas que han estado en contacto con enfermos (unas 7.000 han sido tratadas de forma profiláctica).
Las personas afectadas presentan al inicio de la enfermedad tos, disnea, esputo con sangre, dolores abdominales y diarrea. Las infecciones por Yersinia pestis son sensibles a los aminósidos intravenosos (gentamicina) y a las fluoroquinolonas y (ciprofloxacina, ofloxacina) y tetraciclinas orales (doxiciclina). En 2004-2014 en la República Democrática del Congo hubo 4.630 casos dudosos de peste y 349 muertes en una provincia. En 2017 hubo un brote en Madagascar, y de agosto a noviembre del 2017 hubo 2,348 casos y 202 muertes con una alta proporción de casos de peste pulmonar en su forma más agresiva. En Perú hubo un brote de 31 casos en el 2010, y un caso se confirmó en julio de 2018. En China se informaron tres casos a fines de 2019.
Fuente: La gente y los microbios, Pablo Goldschmidt. https://www.amazon.com/-/es/Pablo-Goldschmidt/dp/987443435X
Excelente
ReplyDeleteMuchas gracias.
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